Para empezar, nuestra almazara de última generación es amigable con el medio ambiente y utiliza controles de temperatura geotérmicos. Nuestros olivos se riegan con un sistema de irrigación alimentado por paneles solares y ninguna parte de nuestras aceitunas queda sin usar. Muchos de los cuescos o carozos se venden y se convierten en biocombustibles. El resto, junto con el orujo y pulpa de oliva sobrantes, se convierten en fertilizantes.
El objetivo es tratar la tierra con el mismo respeto que nos ha demostrado.
De esa manera, no solo podemos convertirnos en la mejor marca de aceite de oliva extra virgen del mundo, sino que también podemos sentirnos bien al hacerlo.